Nos encantan sus productos y servicios, que forman parte ya de nuestras vida diaria. Representan la modernidad, un futuro mejor para todos nosotros. Admiramos a sus fundadores y directivos. En definitiva, somos fans de estas compañías más que meros clientes.
Y el pago que recibimos por todo ello es el mismo: nos roban. Sin nocturnidad pero con alevosía.
Google, Apple, Facebook, Amazon. Todas ellas especialistas en el innoble arte de la ingeniería fiscal. Campeones a la hora de esquivar el pago de los impuestos que legítimamente corresponde a la actividad que desarrollan en nuestro país.
Unos impuestos que, no olvidemos, son los que deben contribuir a sostener nuestra sanidad, nuestra educación, y, en definitiva, todos los servicios sociales que presta el Estado. Frente a este deber, unas estructuras artificialmente creadas en paraísos fiscales con el fin de eludir el pago de tributos hasta el extremo de que todos estos gigantes, con cifras de negocio en España de varios cientos de millones de euros cada uno de ellos, declaran beneficios insignificantes o incluso pérdidas en el colmo de la desvergüenza tal y como ha hecho recientemente Google o no hace tanto Apple. Vamos, que la declaración hasta les sale a devolver.
A nadie le gusta pagar impuestos. Pero es una obligación que no puede eludirse si queremos aspirar a una sociedad mejor, más igualitaria, en la que todos y cada uno de nosotros tengamos garantizados una serie de servicios esenciales. Y en un momento como el que vivimos, más que nunca. Porque esos impuestos que estos señores dejan de pagar son los que podrían evitar que el centro de salud de tu localidad cierre, que el sueldo de funcionaria de tu novia se vea recortado o que el coste de la matrícula universitaria junto a la retirada de las becas impidan a tu hermano pequeño acceder a una educación superior.
No somos los únicos, pero en otros sitios ya están empezando a tomar medidas; Francia, por ejemplo, exige a Google más de mil millones de euros en impuestos evadidos mientras que las autoridades tributarias de Reino Unido interrogarán a responsables de Google, Starbucks y Amazon acerca de sus irrisorios pagos en conceptos de impuestos durante los últimos tres años. Aquí se agitó un poco el árbol pero no se han vuelto a tener noticias al respecto. Cuando a diario hemos de sufrir nuevos recortes en las prestaciones del Estado, no estaría de más que nuestro Gobierno tomase medidas enérgicas e inmediatas contra este expolio.
Y en contrapartida, no está de más que todos seamos conscientes de la ética y valores de estas compañías y de su nula implicación con este pequeño país tan distante de sus sedes centrales. Si todas las empresas afincadas en España actuasen del mismo modo, no habría rescate de la Unión Europea que nos sacara de esta. Tomemos nota de todo ello. Yo, al menos, lo he hecho.
Update: Algo empieza a moverse… Hacienda crea una oficina para frenar los abusos fiscales de las multinacionales.
Comentarios desactivados en Gestión de tu patrimonio: ¿eres un ignorante financiero?
Siempre me ha sorprendido la poca atención que por norma general la gente dedica a la gestión de su patrimonio. Personas con una extensa formación en otros campos, curiosas, intelectualmente activas, no dedican un segundo de su tiempo a adquirir unos mínimos conocimientos sobre cómo invertir el dinero que tanto esfuerzo les cuesta ahorrar. La aversión al riesgo y la percepción del mundo financiero como algo oscuro, ajeno al ciudadano medio, termina con una gran mayoría en el limitado mundo de los depósitos y fondos de discutible calidad recomendados por su sucursal bancaria, habiéndose dejado seducir con el triste cebo de baterías de cocina, magníficas televisores o el gadget de turno. Ingenieros, licenciados, doctores en física cuántica, que a la hora de gestionar sus finanzas personales se convierten en absolutos ignorantes.
Recientemente asistí en el IESE a una interesante conferencia que impartía mi compañero de promoción de PDD Javier Villegas. Javier es director comercial en Franklin Templeton, una de las casas de inversión más prestigiosas del sector, por lo que algo sabe de esto. Su charla versó precisamente en torno a la necesidad de aprender a gestionar nuestro patrimonio, máxime en un entorno tan complicado como el que vivimos. Se habló de la dudosa sostenibilidad del modelo actual de pensiones, de lo ineludible que es, por ello, el contar con un plan de ahorro propio; de las directrices básicas a seguir a la hora de diseñar un plan de inversión sistemático; de cómo huir de la especulación (en este apartado he de reconocer que discrepo un tanto); de cómo ni el ladrillo ni los depósitos garantizados son la solución; de la necesidad de buscar asesoramiento especializado más allá de la simpática señorita de la sucursal bancaria de nuestra calle; de fiscalidad; de la importancia en el largo plazo de los costes operativos de la gestión. En definitiva, de lo absurdo que resulta el gran esfuerzo que ponemos para ganar dinero y lo reducido, o simplemente ninguno, que dedicamos a rentabilizar el que ya tenemos.
En el posterior debate intervino, entre otros, el profesor Juan Palacios cuyo libro Finanzas personales. Cuatro principios para invertir bien fue citado en varias ocasiones durante la conferencia. Tanto, que dos días ya lo tenía en casa. Es un libro sencillo, de lectura rápida, que expone con claridad unos criterios básicos sobre cómo construir nuestro propio proyecto de inversión que recuerdan en gran medida los Siete consejos para invertir en bolsa o cómo invierten los de arriba que ya vimos en su día. Como libro introductorio que es, se le quedará corto a más de uno, pero en todo caso resulta una lectura más que recomendable para aquellos a los que después de leer estas líneas les pique la curiosidad sobre qué es eso de la gestión de las finanzas personales y el gusanillo de dejar de ser unos ignorantes en este campo.
Comentarios desactivados en Post-it #25. Sobre el de la puñalada por la espalda