Ago
24
2010
Categoría: cajón desastre
Quizá estás esperando ese avión que sale con retraso; echando la tarde en el hotel; tumbado en el sofá en casa de la suegra sin saber muy bien qué hacer. Tienes tu portátil, pero no hay conexión WIFI y tu oftalmólogo te ha prohibido que te sigas dejando los ojos tratando de actualizar tu blog desde la blackberry. Afortunadamente, no todo está perdido: te queda el tethering.
Se conoce bajo este término a la operación de utilizar un dispositivo móvil (es decir, tu teléfono móvil) para proporcionar acceso a Internet a otro dispositivo (tu portátil). Esto es, utilizar la conexión de móvil para poder navegar desde tu ordenador.
No es ilegal, no es complicado y funciona. Además, en España, a diferencia de otros países, el servicio se presta gratuitamente (más allá del coste y límites de la tarifa de datos que tengamos contratado con nuestro operador móvil, loógicamente). ¿Se puede pedir más?
Curiosamente, poca gente hace uso de esta facilidad. Desconocimiento supongo. Personalmente la encuentro extremadamente útil y uso y abuso de ella, en particular viajes y durante periodos vacacionales, cuando no siempre tienes una conexión de red estándar a tu alcance.
La conexión en sí entre ambos dispositivos puede realizarse bien mediante bluetooth, bien a través de cable USB. La primera opción te proporciona la mayor comodida y te permite estar conectado en cualquier momento desde prácticamente en cualquier lugar (con tal de que tengas cobertura de datos en el móvil, lógicamente). La segunda alternativa requiere, evidentemente, que hayas tenido la precaución de tener a mano el cable, pero a cambio te proporciona una conexión más estable al tiempo que te evita el problema de la descarga de la batería del móvil.
Y la cosa funciona, no es un ADSL de 100 y obviamente no te servirá para descargarte la última temporada de Mad Men, pero te proporciona lo suficiente para navegar razonablemente bien. Para haceros una idea de las velocidades de descarga que se obtienen, normalmente suelo alcanzar los 100 Kbps vía bluetooth y los 300 Kbps mediante el cable USB. Lo dicho, puede parecer que no es gran cosa pero para navegar sin alardes es más que suficiente.
El proceso de configuración en sí es sencillo, pero depende del sistema operativo que tengas instalado en tu ordenador y del modelo de tu teléfono móvil, por lo que describir el proceso genéricamente es poco más ó menos que tarea imposible. Si estás interesado en probarlo encomiéndate a San Google ya que hay cientos de páginas que detallan los pasos a seguir para cada combinación posible. En todo caso, baste decir que en mi caso no me llevó más de un minuto empezar a navegar desde mi portátil utilizando la conexión de mi blackberry.
¿Estás pagando por una tarifa de datos en tu móvil? Exprímela.
Ago
18
2010
Categoría: cajón desastre
Verano. Tiempo libre. Tiempo para pensar en algo más alla que en el día a día que nos consume habitualmente. Y tiempo de hacer nuevos propósitos, casi tantos como con el cambio de año. Tiempo, en definitiva, de proponernos y fijarnos nuevos retos, de tomar decisiones.
Decidir no es fácil: por definición la toma de una decisión implica a su vez una renuncia y siempre conlleva la posibilidad del error. Ese riesgo puede conducirnos a la trampa de la indecisión. Trampa porque, paradójicamente, no se puede no tomar decisiones. El hecho de hacerlo es en sí una decisión con la que entregamos el control de nuestro futuro a los demás y/o a las circunstancias de nuestro entorno.
Como sucede con cualquier otra actividad, a decidir también se aprende. El proceso de toma de decisiones (tanto en el ámbito profesional como en el estrictamente personal) puede venir facilitado cuando se interioriza una serie de principios básicos que resumo a continuación:
Principio 1. Preócupate por decidir bien más que por acertar
Decidir bien no es lo mismo que acertar. Uno puede errar habiendo tomado la decisión correcta y recíprocamente acertar habiendo adoptado una decisión erronea.

Principio 2. Identifica tus objetivos
No seas Alicia:
El Gato se limitó a sonreír al ver a Alicia. Parece bueno, pensó Alicia; sin embargo, tiene uñas muy largas, y muchísimos dientes, así que comprendió que debía tratarlo con respeto.
– Gatito, gatito, dijo, un poco tímidamente, ya que no sabía si le gustaba que le llamasen así; pero al Gato se le ensanchó la sonrisa. Ante esto, Alicia pensó:»Vaya, de momento parece complacido», y prosiguió: — ¿te importaría decirme, por favor, qué camino debo tomar desde aquí?
– Eso depende en gran medida de adónde quieres ir, -dijo el Gato.
– ¡No me importa mucho adónde…! –dijo Alicia.
– Entonces, da igual la dirección — dijo el Gato. Añadiendo: ¡Cualquiera que tomes está bien…!
Conocer nuestra meta nos permite actuar en función de nuestros objetivos en lugar de reaccionar ante lo que acontece a nuestro alrededor; nuestro objetivo determinará en gran medida cómo actuaremos. En definitiva, si no sabemos dónde vamos, a diferencia de Alicia, difícilmente llegaremos.
Principio 3. Plantea tus problemas de forma realista
Asúmelo, no eres Superman. Ni siquiera Superlópez. Plantéate objetivos y planes de acción objetivamente realistas.

Principio 4. No te autoengañes, es muy fácil hacerlo
No te ciegues por una idea o alternativa preconcebida; evita buscar argumentos que la avalen sin considerar otros que la cuestionen. No te resistas a aceptar el error si éste llega (mejorará, las cosas cambiarán). Es fácil caer si estamos rodeados de gente que comparte nuestros planteamientos sin cuestionarlos.
Principio 5. Atiende sólo a la información relevante
Entendiendo por información relevante aquella que reduce la incertidumbre a la hora de tomar una decisión y cuyo coste es inferior al beneficio que aporta. No te dejes llevar por suposiciones:
«¡Quién diablos quiere escuchar a los actores hablar!» (Harry Warner, presidente de Warner Brothers, 1927)
«Los grupos con guitarras están en vías de desaparición» (Decca Records, 1962, año de aparición de los Beatles)
«No hay razón alguna por la que un individuo deba tener un ordenador en su casa» (Fabricante de ordenadores, 1977)
Principio 6. Reconoce la incertidumbre y gestiónala
Acepta que las cosas no tienen porqué salir cómo las has planeado; plantea escenarios y elabora planes de contingencia para cada una de ellos. No infravalores las consecuencias futuras de tus decisiones frente al presente.

Principio 7. Sé creativo y genera alternativas
La primera alternativa no tiene porqué ser la mejor; cuanto mayor sea el número de opciones, en principio, mayor será la riqueza del proceso de decisión y, si este se sigue correctamente, mayor la calidad de la decisión adoptada. Genera alternativas. Y no te autoimpongas límites al hacerlo.
Principio 8. Ten en cuenta que tus decisiones tienen consecuencias
Tendemos a juzgar nuestras decisiones por lo eficaces que son, obviando las consecuencias que puedan derivarse. A la hora de evaluar alternativas, valora tanto los riesgos como estas consecuencias.
Principio 9. Lo que decidas, ponlo en práctica
No procrastines. Ninguna decisión es buena hasta que se lleva a la práctica: a la decisión le tiene que seguir la acción. Actúa. Adopta como criterio a la hora de evaluar posibles alternativas su aplicabilidad: emplear tiempo en adoptar una decisión que luego no va a poder ponerse en práctica no tiene mucho sentido.
Principio 10. Sé consciente de que no todo es racionalidad
La racionalidad tiene unos límites individuales (la personalidad, la aversión al riesgo, el querer quedar bien, etc.) que generan una forma de pensar distorsionada dependiendo de cada individuo (pesimistas/voluntaristas, los que piensan en que todo es blanco o negro o los que se dejan llevar por las primeras impresiones). Es decir, nuestros sentimientos, nuestra forma de ser, influyen en nuetras decisiones. Existen igualmente límites organizacionales asociados a comportamientos políticos y de grupo (un ejemplo muy simple: la Paradoja de Abilene) que pueden alterar el desarrollo del proceso de toma de decisiones.
Sé consciente en todo momento del efecto que ambas dimensiones pueden tener en tu caso. Conócete a ti mismo y a tu entorno.
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Créditos: Post basado en mis notas/resumen de la conferencia «10 principios para decidir con eficacia» a la que asistí hace un tiempo en el IESE. Ponentes: Pablo Maella y Miguel Ángel Ariño. El mérito, suyo.
Ago
16
2010
Categoría: cajón desastre
Ciudades pateadas: Budapest, Viena, Praga.
Días tostándome en la playa: cinco
Correos de trabajo contestados: seis
Libros leídos: Pirate Latitudes de Michael Crichton (malo, malo; debía tenerlo escondido en el cajón hace años y sólo ha visto la luz tras su muerte), Juliet Naked de Nick Hornby (con Nick no hay riesgo de equivocarse) y Blink de Malcom Gadwell (no está al nivel de otros del autor, pero tiene tres o cuatro puntos interesantes).
Cine: El escritor, Origen y Los mercenarios (sí, confieso que caí en la trampa, no sigáis mi ejemplo).
Otros: Temporada 7 de 24; Temporada 1 de Sherlock (muy recomendable).
Jul
30
2010
Categoría: empresa 2.0
Hay mucho que leer en relación al nuevo entorno digital, el impacto de las redes sociales y sobre cómo aprovechar este nuevo campo de juego desde el ámbito empresarial. Artículos en prensa, cientos de blogs y probablemente miles de twitteros tratan a diario sobre la materia desglosando una y otra vez las múltiples posibilidades que se le ofrecen a las compañías en este nuevo escenario. Se habla de los community managers como los elegidos para salvarnos al resto de los humildes mortales. Surgen gurús sobre el tema hasta de debajo de la piedras. Todos, sin excepción, señalan el potencial casi ilimitado de gestionar estos canales. Los menos, algo más cautelosos, advierten de los posibles riesgos derivados de una implementación incorrecta de ciertos procedimientos a la hora de establecer el diálogo con tus clientes.
Es por ello que, aunque tenía en mente dedicar este segundo post de la serie Empresa 2.0 a desgranar cómo plantear una estrategia de social media en el entorno corporativo/profesional y a cómo fijar objetivos cuantificables en relación a su implantación, he optado en su lugar por comenzar con un pequeño jarro de agua fría (con las temperaturas que estamos soportando estos días, alguno hasta me lo agradecerá). No se trata de desvirtuar el mensaje de lo mucho que puede aportar el concepto de Empresa 2.0 (estaría tirando piedras contra mi propio tejado teniendo en cuenta que me gano la vida con ello) sino de contribuir, en línea con el enfoque eminéntemente pragmático que pretendo dar a esta serie de notas, a evitar en la medida de lo posible que unos y otros nos veamos arrastrados, una vez más, por la fiebre del palabro de moda sin caer en cuestiones de fondo relevantes que pueden alterar sustancialmente ciertos escenarios.
Al grano: antes de dejarnos llevar por los cantos de sirena derivados de los beneficios que una política adecuada de gestión de los canales 2.0 puedan representar para nuestras compañías, hemos de entender y tener siempre presente un hecho incuestionable a día de hoy y que todos, hasta el último gurú, parecen ignorar o no prestar la atención que creo que merece: las redes y medios sociales no te van a permitir dirigirte ni escuchar a tu mercado hoy. Hoy, recalco. ¿Cómo es posible? ¿No es eso de lo que va esto de la Empresa 2.0? ¿No es precisamente en esa comunicación con el mercado donde reside el valor de este nuevo paradigma? Sí y no.
Recuperemos por un instante la definición que dábamos en la entrada anterior para el concepto de Empresa 2.0:
La Empresa 2.0 comprende el establecimiento y mantenimiento de canales y flujos de comunicación bidireccionales tanto entre las diferentes unidades e individuos que conforman la compañía como entre la compañía y sus diferentes stakeholders (empleados, accionistas, partners, clientes y otros) a través de servicios, plataformas y comunidades online.
Vaya, hablamos sólo de establecer y sostener canales de comunicación. Exacto, ahí reside la clave: en abrir ese medio de diálogo, porque es todo lo que podemos hacer: la realidad es que, salvo excepciones, tu mercado no estará al otro lado.
– No estará porque la penetración de Internet no es universal. En España, por ejemplo, el porcentaje de internautas sobre población mayor de quince años ronda el 60%; dejamos fuera a 4 de cada 10 españolitos, no está mal. ¿Y si mi público objetivo es precisamente ese 40% que a día de hoy no utiliza Internet? Además, la distribución de internautas no es homogenea por segmentos sociodemográficos: ¿qué ocurre si mi mercado natural se concentra en los mayores de 60 años?
– No estará porque de cada 10 internautas sólo 2 participan activamente en medios de discusión.
– No estará porque el perfil sociodemográfico, económico y actitudinal de los internautas activos socialmente no es representativo ni extrapolable al resto de la población (si lo fuese, Linux dominaría el mercado de los sistemas operativos hace años y Larry Page y Sergey Brin ya habrían sido canonizados a estas alturas).
Lo que tendremos al otro lado, por lo general (insisto, habrá compañías en las que, dado su segmento de actividad y su público objetivo, esta máxima no aplique), será una porción de nuestro mercado. Una fracción distorsionada, sesgada, que no representará necesariamente el sentir del resto de nuestros clientes. Y no podemos olvidarlo. Sí, escuchar a este colectivo es importante; sí, este colectivo irá aumentando en tamaño y representatitividad conforme el uso de Internet y de los medios sociales se popularice; sí, en algún caso (los mercados más próximos a la tecnología, por ejemplo) este segmento puede ser particularmente relevante. Pero es importante no perder el foco: este diálogo que queremos abrir a través de los canales 2.0 será un diálogo incompleto y que debe complementar, no sustituir, a otros medios convencionales de captar lo que hemos dado en llamar estos años la voz del cliente. Porque no escucharemos y dialogaremos con nuestros clientes; lo haremos sólo con algunos de ellos y, además, un tanto especiales.
Procuremos tenerlo en cuenta.
Seguiremos.
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