No hace mucho vivimos en la compañía en la que trabajo un vuelco en su estructura organizativa, fruto del cual he vuelto a cambiar de jefe.

Van unos cuantos desde que inicié mi actividad profesional y, como en botica, que decía aquel, me he encontrado de todo un poco. Buenos y malos jefes. De los que dejan huella. De los que preferirías no volver a cruzarte. De los que poco te aportaron y hoy, aunque no haya transcurrido tanto tiempo, ya no son más que un nebuloso recuerdo. De los que querrías olvidar. Personas que merecen ese calificativo e individuos que probablemente deberían estar bajo tratamiento. Excelentes profesionales. Líderes natos. Mediocres que tratan de ocultar (en vano) sus manifiestas limitaciones tirando del socorrido porque yo lo digo.

Lo dicho, un poco de todo. Aprovecho este momento para poner al día mis #jefestadísticas:

– Brillantes: 1
– Notables: 4
– Medianamente competentes: 3
– Sólo fachada: 2
– Todavía hoy no me explico cómo llegaron a ocupar ese puesto: 2
– Puedo decir que he aprendido algo de ellos: 6
– Eso que aprendí es bueno: 2
– Evidentes rasgos psicóticos: 1
– En el fondo eran buenas personas: 5
– Trabajaría encantado con ellos de nuevo: 3
– Antes me arranco un brazo a mordiscos: 3
– % de mujeres: 40%

¿Qué pinta tienen las vuestras?